Wednesday, June 08, 2011

Subterranean Homesick Blues

Ella empezó a caminar. Aunque probable y seguramente tenía que estar en otro lugar haciendo otra cosa. Caminaba por el simple hecho de caminar, caminaba como fin, como el propósito en sí mismo. –Es ahora o nunca- pensó.
(No la muerte, para eso siempre habría tiempo)
Ella se construía en cada paso desde el más vasto despojo. Ni siquiera era capaz de añorar lo que le quitaron, lo que perdió, lo que nunca tuvo y nunca fue.
Bajó a la estación del subte viejo. Las puertas se cerraron y parpadeó, asustada por el ruido. Había un chico mirándola, antes, en la boletería. Pero Ella dejó pasar el tren y él se fue. Ella no valía la demora, no valía la espera de nadie. Era Ella la que siempre miraba el tren irse desde el andén.
No sabía hacia dónde iba, no le importaba. Se dejaría guiar por el nombre verdadero de las cosas. Quizás comer algo. Conocía bien su ciudad. Amaba ese lugar tan lleno de tantas cosas ajenas. Esa identidad que se ensamblaba a partir del popurrí intercultural. ¿Ella podría ser así también?, se preguntó. No. Obviamente no. Ella no tenía componentes, no tenía elementos, no tenía partes. Ni conjunto, ni todo.
Sentía el olor a quemado del tren al frenar en cada estación. Me gustaría arder, oler así, a lo más subterráneo de esta ciudad- por una milésima de segundo. Y después- No deberías pensar eso, te estás volviendo reputamente loca, qué va a pensar la gente.
Parar en las estaciones era como pasar fotogramas, cada columna cortaba el paisaje y lo volvía a recomponer desde un ángulo distinto.
Sintió hambre y sintió la náusea del hambre. El ayuno volvía a su boca con el sabor a la noche anterior, desvelada, con su poco gusto a saliva dando vueltas, insomne.
Otra vez la puerta la asustó.
Pasó por enfrente otro tren, como un deja vu, como un espejo invertido. Absurdo. Otra Ella podría estar del otro lado. Su antítesis, su reflejo completo, lleno de vida, con ojos fulgurantes. Ella creía por momentos haber sido eso alguna vez. Ahora creía que no.
Quería sentir algún contacto con alguien, eso la haría sentir más persona, más humana, menos liviana, menos gaseosa. Pero cada hombre aquí abajo es una cueva, es un túnel- se dijo. A pesar de todo, si alguien le dirigiese la palabra Ella no sabría qué hacer, se disolvería en partículas, quedaría un montículo de polvo en donde antes solía estar su cuerpo gris. Cenizas.
Se le ocurrió bajar en la estación colorida, estuvo a punto de hacerlo.
Las puertas se cierran, de nuevo.
Por un segundo, la luz se apagó. Cuando volvió a iluminar, sintió que todo había muerto a su alrededor. Se asustó. Algunos miraban su expresión desconcertada desde sus neutras cavidades.
Se sintió a lo lejos una explosión. Ella pensó –Estoy por vivir algo importante, algo trascendental al fin. Un nudo de ansiedad le contrae el pecho.
Nada
Otra estación más.
Alguien silba. Un bebé llora. Es tiempo, es tiempo.
Y baja.



.Kn.

1 Comments:

Blogger Maxi said...

Siempre cumplo con mi palabra y si dije que me iba a pasar tarde o temprano, bueno, ahora es "tarde o temprano".

Increíble, y me arriesgo a decir que hoy un poco más aun. Sabes que no puedo dejar de pensar que tenes mucho para dar ("no te puedo mentir" diría Charly)

Te dejo un comentario, y este comentario es un desafío: yo quiero más. Te parece bien?


Beso
Maxi

7:27 PM  

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